jueves, 12 de enero de 2012

EL TIEMPO

Este cuadro de De Chirico tiene como título El enigma de las horas. La idea del tiempo aparece en la composición a través del reloj, pero hace eco con la actitud ensimismada y ausente de los personajes.
En los textos el tiempo aparece de varias formas. Como tema, motivo o referencia, el tiempo está presente mediante los sustantivos cronónimos. Los textos narrativos relatan contenidos sobre sucesos que transcurren en el tiempo. Para ello el lenguaje dispone de los tiempos verbales y su modalización: tiempos comentativos y tiempos narrativos (los pretéritos) que sitúan los acontecimientos en el tiempo respecto a un eje temporal. El eje temporal de los textos es diferente al del mundo cotidiano. Si en la vida el tiempo se rige por los ciclos de la naturaleza y las divisiones cronológicas, en los textos el tiempo se organiza a partir del presente del que habla, punto de relación para situar todas las demás informaciones en el pasado o en el futuro.
De esta manera el texto ejerce una deixis temporal que también puede ser situada mediante los marcadores temporales y los adverbios de tiempo.
Sin embargo, el texto mismo tiene un espesor temporal, en tanto que su lectura requiere un cierto tiempo que puede ser isócrono con respecto al relato. La mímesis temporal más ajustada es aquella en la que la duración del discurso y la duración de la historia son idénticas.
El teatro clásico ajustaba estas relaciones mediante la regla de las tres unidades: lugar, tiempo y acción. Pero la poesía y la novela pueden adoptar desplazamientos más flexibles. La elipsis temporal es muy frecuente en el texto, al igual que lo es en el cine. Se pueden realizar avances y retrocesos, sincronías y anacronías de forma muy variada. Los relatos modernos suelen disponer su presentación de forma discontinua, rompiendo la sucesión temporal de los hechos. Hay invariante ucrónicas que pueden hacerse presentes.
La complejidad que adopta la aparición del tiempo representado y del tiempo que abarca el texto permite muchas posibilidades. Pero el texto aparece quieto en su permanente ahora, en ese presente de la enunciación que sobrevive a las circunstancias temporales del mundo externo. Como en el cuadro de De Chirico, las horas parecen congeladas e insomnes para el texto, y es el lector el que siente en mayor medida el fluir temporal al asomarse a un texto donde el tiempo se halla establecido de forma permanente. El texto es el lugar para todos los tiempos, para el tiempo.

viernes, 30 de diciembre de 2011

La muerte

  " Érase una vez un árbol que vivía de puntillas sobre el suelo.
         Este árbol ponía una sonrisa en primavera, cuando brotaban sus tallos, alegría en verano cuando maduraban sus frutos y nostalgia en otoño cuando se iba quedando desnudo.
         Un invierno vinieron unos hombres serios y lo cortaron.
         El árbol vio como lo arrancaban de aquel trozo de tierra y lo llevaron.
         Era un árbol fuerte y valiente, que resistió hasta en su misma muerte, y es que sabía lo que es aguantar el azote de la arena que llevaba el viento y el soplo helado de la noche que congela hasta la savia.
         No dejó escapar ni una sola queja cuando lo cortaron. Tan sólo cayó de él una pequeña lágrima que fue a caer en el hueco que dejó en la tierra.
         Nadie se dio cuenta, pero con el paso del tiempo, de aquella lágrima creció otro árbol que también era fuerte.
         Un día, los hombres que cortaban los árboles, se dieron cuenta de que el árbol nuevo que había crecido, tenía forma de ave. Y quedaron asombrados, porque nunca habían visto cosa igual.
         Tanto les llamó la atención, que se acercaron a él para cortarlo.
         Pero antes de dar el primer hachazo, el árbol se echó a volar y sus hojas temblaron como plumas al viento.
         Los hombres que cortaban árboles avisaron a un cazador. Disparó y cayó muerto el árbol al vuelo, empapando la tierra con las gotas de sangre que manaban de su herida.
         Al año siguiente una arboleda grande crecía en aquel lugar. Cada gota de sangre había llegado a ser un árbol que se levantaba hacia el cielo con las raíces clavadas en la tierra.
         Cuando el niño terminó de hablar, el caminante le preguntó:
         " ¿ Quién te ha enseñado ese cuento ? "
         " Mi abuelo es el árbol en forma de ave, al que mataron de un disparo. Yo he nacido de su sangre .... "
         Cuando el niño se marchó moviendo los brazos en forma de alas, el caminante quedó sorprendido y pensando en otra historia que él tenía olvidada .... "